René Leiva

La Conservaduría General del Registro Civil, no tan obvio, encierra e infunde igual o incluso mayor importancia práctica, variable, referencial… que el cementerio en caso de los muertos… Nadie, casi, visita el cementerio a consultas de datos diversos, aparte las escuetas inscripciones en lápidas o laudes, guiños al olvido.

Inútil conjeturar cuántas réplicas, remedos, equivalencias, entidades paralelas, reflejos, plagios… perduran como calcos defectivos de la vida humana, la sociedad actual o contemporánea. Por ejemplo, la biblioteca y la hemeroteca y el museo… Por ejemplo, el archivo de un organismo de Estado, o el abominable padrón de víctimas propiciatorias en cualquier seudodemocracia… Por ejemplo, el camposanto, la nómina o numeración de las calles de una ciudad, o el diccionario y la enciclopedia.

En cuanto al Registro Civil, su Conservaduría General, tanta importancia tiene, o se le da, a la documentación allí retenida, como el valor que posee la misma vida fuera de ese lugar. La vida en el papel y la vida latiente y padeciente… Dos dramas en tablados diferentes pero similar argumento, parecida trama de autor desconocido.

Adentro, entre estantes, anaqueles, ficheros, el laconismo de unas pocas fechas; afuera, los deseos, miedos, odios, afectos, necesidades, esperas… Y lo de afuera desemboca en lo de adentro, ya comprimido, desecado, despojado de lo conocido como humanidad, humanismo, humanitarismo… ¿Imita la vida a la Conservaduría, igual que, según se dice, imita al arte?

¿Cabe la vida toda en un formulario, un legajo, ficha manuscrita, mecanografiada o computarizada? Al final es cuanto queda. Más en una lejana línea que en cualquier memoria cerebral o emotiva. El poder involuntario de la amnesia colectiva. Huesos o ceniza.

En la Conservaduría estar vivo puede no tener ningún interés, mientras estar muerto quiere ser de la mayor importancia, según las paradójicas contradicciones estatuidas.

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Don José es un solitario… Orgánico. Vive una soledad asediada por los otros, por su trabajo, por su propia discreción, su responsabilidad y cumplimiento como funcionario (menor). Soledad en una sociedad compleja, convencional, conservadora, tradicional y costumbrista… Soledad civilizada la suya, urbana, cortés. Soledad resignada, dócil, que apenas se cuestiona a sí misma. ¿Puede hablarse de una soledad masificada, pero individualista?

La colección de biografiados famosos atesorada por don José sería la contraparte secreta, mínima, modestísima de los millones de documentos del Registro Civil que él ha ayudado a amontonar más allá de las sombras y el polvo. Don José le otorga sospechosa secretividad a su manía coleccionista. El tesoro de quien por ser prototipo de la ningunidad resulta antípoda de toda celebridad. Don José es más que solo su nombre, que su nombre solo.

De compilador de vidas ajenas a probable biógrafo, don José necesita más datos de sus personajes, y los tiene, literalmente, a un paso de su habitación, en la ordenada maraña de la Conservaduría.

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