Marco Tulio Trejo Paiz

Parece como si ya no existiera el anodino Parlamento Centroamericano que, en sus fauces, se traga toda una gran cantidad de millonadas de dólares cada mes sin hacer algo que valga la pena por el istmo.

El ente ese, como es sabido, es un nido de personajes de la politiquería de los países del área, incluido más de algún otro en su organización. Está como a reventar de expresidentes y exvicepresidentes, dizque constitucionales. Tiene en sus taburetes, arrellanados, buen número de diputados que, dormitando plácidamente, sólo levantan la mano para apoyar hasta lo que ignoran por estar entre bostezo y bostezo…

Los pueblos centroamericanos y algún colado no de la región ven de jerga al nido de oportunistas politiquientos (palabra que da la idea de lo enfermizo) y, por el repudio que se ha granjeado, se quisiera borrarlo del mapa a la velocidad de un bólido… ¡Y con toda razón para que no siga minando y sangrando la economía de los estados metidos en el tonel sin fondo!

Por parte de Guatemala, en el Parlacen hay un grupo de diputíteres archirremunerados; algunos propuestos por los que llegaron hasta el hartazgo en la “Línea” y en la SAT de la corrupción que, faltando todavía como una veintena que están escondidos, se hallan viendo la luz a cuadros, tras las rejas.

Hoy que está empuñando las riendas del régimen de gobierno Jimmy Morales podría suprimir el inútil Parlamento tan repudiado por los pueblos que lo integran. La comunidad de naciones del istmo vería con beneplácito la supresión de ese gran tragante de dólares estadounidenses. ¡Y para luego es tarde!, dirían todas las sociedades cono al unísono. ¡Sí, presidente Jimmy!

No se necesita estudiar mucho al susodicho ente, porque es del conocimiento de la enorme mayoría de la población ístmica lo oneroso y la inutilidad de la mencionada cacharpa, como diría con coraje don Clemente Marroquín Rojas.

El patriota Juan Pueblo, que todo lo comenta y analiza, dice que ya, pero ya, sobre la marcha, que desaparezca el “bendito” Parlacen.

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