Por. Rolando Alfaro Arellano
Al analizar los intentos de reformar el sistema de justicia del país, resulta obligado conocer los antecedentes históricos que en diversas épocas se ha querido modernizar sin obtener resultados positivos.
En ese sentido, se puede señalar que nunca se respetó la carrera judicial, incluso en los años 70 a la fecha, con algunas modificaciones internas para soslayar la laguna de un reglamento general de tribunales, y la iniciativa de crear la “escuela de estudios judiciales (años 2000 aproximadamente), en la que impartimos cátedras; y, con el ejemplo de la administración del Doctor Edmundo Vásquez Martínez, por comisiones especiales de la propia Corte, con experiencia en el tema judicial, evaluarán a los candidatos a ocupar cargos en la Administración de Justicia, caímos en el abismo de las famosas Comisiones de Postulación tan criticadas y en el error de politizar los cargos judiciales al darle oportunidad al Congreso de la República, tan venido a menos en los años recién pasados, improvisando cargos judiciales que deberían estar bajo la experiencia de jueces probos y de carrera. Salvo algunas excepciones.
En consecuencia, poco se sabe de iniciativas de leyes de carácter judicial que vinieran a colmar las enormes lagunas de los códigos aún vigentes y del conocimiento de los profesionales del Derecho. Luego; los resultados están a la vista, pues se continúa con el sistema escrito en todas las ramas de la administración judicial.
Asimismo, pareciera que los criterios en el tema descrito no han cambiado, por ejemplo, seguir con el tema de limitar el ingreso de los estudiantes de Ciencias Jurídicas y Sociales a las pasantías para aprender el trabajo en los diversos órganos jurisdiccionales.
Luego, no es racional poner valladares a los futuros jueces, sin que desde las diversas Facultades de Ciencias Jurídicas, únicamente se les enseñe teoría judicial, sin tan siquiera ponerse a pensar que el número de Facultades de Derecho ya han rebasado el de los inscritos en el Colegio de Abogados y Notarios, y que muchos de ellos, desean optar por la carrera judicial. Error, pues la experiencia vivida y los últimos acontecimientos en el tema señalado nos indican lo contrario.
Por último, sugerimos que debe serse más amplia la carrera respectiva y estimar, por lo menos del segundo año de la carrera en adelante el permitir que los futuros jueces desde las aulas universitarias vayan adquiriendo los conocimientos obligados que pueda encaminarlos a seguir la Carrera Judicial, y así permitir que se tengan más expertos en los asuntos procesales del país.
Continúa