Por SERGIO BUSTOS y NICHOLAS RICCARDI
LAS VEGAS / AGENCIA AP

Es una persistente paradoja de la política estadounidense: Las familias hispanas tienen mucho en juego en las elecciones presidenciales, pero a pesar del poder político derivado de su crecimiento poblacional, los hispanos a menudo no votan, no se registran para votar o simplemente deciden abstenerse.

La presencia de Donald Trump, sin embargo, podría alterar esa dinámica. Al arengar a los blancos y a la clase obrera a rechazar la inmigración ilegal, ¿ha alienado el candidato republicano a un bloque importante, los 27.3 millones de hispanos que podrían emitir su voto y que son desde hace tiempo el gigante dormido de las elecciones estadounidenses?

«Muchas veces escuchas toda esa cháchara de que la política no afecta sus vidas», dice Yvanna Cancela, directora política de Culinary Union, un sindicato de Las Vegas que agrupa mayormente a inmigrantes. «Pero eso cambia cuando pasa a ser algo personal, y no hay nada más personal que un Donald Trump hablando de la deportación de 11 millones de inmigrantes».

LA COMUNIDAD
Los hispanos son hoy la comunidad étnica más grande de la nación, con 55 millones de personas. Más de la mitad nacieron en Estados Unidos y hay 6.5 millones inmigrantes naturalizados. El resto son residentes legales o gente que está en el país sin autorización. La mayoría son originarios de México, uno de los blancos favoritos de Trump. «Cuando México manda su gente, no nos envía lo mejor», dijo Trump el año pasado al anunciar su candidatura. «Traen drogas. Traen delincuencia. Son violadores». Estudios realizados en el 2016 indican que la mayoría de los hispanos se proponen votar en contra del candidato republicano. Una consulta de Fox News Latino halló que el 67% apoyan a Hillary Clinton y que Trump tiene apenas el 23% de la intención de voto. John Herrera, de 38 años, es un ejemplo típico. Se anotó para votar en Las Vegas en junio. «Nunca había votado hasta ahora. Lo hago sólo porque Trump está en contra de los hispanos», afirmó. «Antes no pensé que mi voto pudiera incidir, pero ahora quiero hacerme sentir».

EL TEMOR
El temor republicano a represalias de los hispanos obedece a lo que pasó luego de que el partido hizo blanco a la inmigración ilegal en California en 1994. El gobernador Pete Wilson apostó a una iniciativa llamada Proposition 187 que negaba beneficios estatales y acceso a las escuelas públicas a la gente que estuviese en el país sin permiso. La propuesta fue aprobada, aunque posteriormente declarada inconstitucional, y enfureció a muchos hispanos. “Con las cosas que está diciendo Trump, podríamos ver el mismo fenómeno”, señaló Agius Vallejo, sociólogo de la University of Southern California. Este año, en que Trump aprieta el acelerador y la exprocuradora general del estado Catherine Cortez Masto intenta reemplazar a Reid, quien se retira, y ser la primera senadora hispana, abundan los recursos. Grupos como Mi Familia Vota tienen personal por todo el país y contratan voluntarios para impulsar la registración y la participación. Esto afectaría al republicano.

EL PODER
Joe Enriquez Henry recuerda el momento en que se propuso demostrar que no es cierta la creencia generalizada de que el hispano no vota. Corría el 2002 y el gobernador de Iowa de entonces, el demócrata Tom Vilsack, sancionó una ley que hacía del inglés el idioma oficial del estado. Vilsack dice ahora que lamenta esa decisión, pero le explicó a Enriquez que los hispanos eran un bloque demasiado pequeño como para convencerlo de que rechazase la medida. Enriquez, cuya familia materna vino a Estados Unidos desde México hace más de 100 años, dijo que quiere ayudar a la pequeña pero importante población hispana de Iowa –unas 170 mil personas, o el 6% del total del estado– para que se hagan sentir. Años de trabajo rindieron sus frutos el 1ro de febrero, cuando unos 13 mil hispanos participaron en las asambleas estatales durante las primarias. En el 2012 lo hicieron apenas mil. «Los partidos Demócrata y Republicano creen que no votamos y queríamos demostrarles que sí lo hacemos», dice Enriquez, quien es vicepresidente de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (League of United Latin American Citizens).

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