Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

“Sin salud la vida no es vida; es solo un estado de languidez y sufrimiento – una imagen de la muerte”. Buddha.
Aunque es una verdad incuestionable, que pocas instituciones responden a los intereses de la población, también lo es, que los servicios básicos mínimos que debe prestar el gobierno a la sociedad, son menos que una utopía, por lo que temas tan sensibles como lo es el IGSS, producto de una de las eras más democráticas del país, y eso es decir bastante, aunque el mismo haya sido piñateado por unos, aquellos y los otros, es una de las pocas conquistas de la sociedad, que aún con toda la corrupción de malos guatemaltecos que lo han socavado, sigue siendo importante para uno de los gastos sociales más importantes: La salud.

Sin la existencia de una institución cuya génesis fue noble, debemos cuestionarnos lo siguiente:

Es la única institución que presta servicios profesionales y medicinas a las personas de la tercera edad, sin la existencia de la misma, o a los que han contribuido, ¿Qué sería de los enfermos que diariamente hacen fila para chequeo médico o entrega de medicamentos? Para cualquier persona, que ha llegado a una edad en la que se padecen ciertas y determinadas enfermedades, y que entre sus grandes debilidades goza de los beneficios del CAMIP, sabe que sin la existencia del mismo muchos ya no estarían con nosotros.

Probablemente muchos ciudadanos lo ignoran, pero el IGSS cuenta con un programa de prestaciones para las viudas de los afiliados, que, para quien disfruta de solvencia económica, puede ser muy poca cosa, pero infinidad de mujeres esperan con vehemencia el depósito los últimos días de cada mes, siendo para una gran cantidad de usuarias, el único medio económico con el que cuentan.

Por otro lado, se cuenta con pensión por invalidez, beneficio del que disponen muy pocas personas que no pueden valerse por sí mismas, prestado sin mayor pago a cambio, por la institución, ya que es una retribución de por vida para quienes han dejado parte de su vida útil trabajando para las diversas empresas.

Adicional a lo anterior, las esposas y los niños de un afiliado a la institución, gozan por un tiempo determinado (que no es lo que necesitan, pero sirve enormemente) de los servicios médicos prestados después del nacimiento del pequeño o pequeña, adicional a que es una obligación patronal el permiso correspondiente para asistir a dicha institución, ya sea como sujeto primario o como adicional (esposas y niños de corta edad).

Aunque unos si y otros también, han vaciado varias veces las arcas de tan noble institución, sumado a que debido al paso del tiempo, y la evolución de la sociedad, no se logra satisfacer al cien por ciento las necesidades de los usuarios, es lógico preguntarse, ¿Cuántas vidas se mantienen o se han salvado gracias a la existencia con sus deficiencias del IGSS?

Es por lo anteriormente expuesto, que solamente quien no ha tenido la necesidad de utilizar los servicios del IGSS, pudiera aceptar la propuesta de algunos “Padres de la Patria”, de concebir la privatización solapada, como suele hacerse en el mundillo de la politiquería guatemalteca, de una de las instituciones, que a pesar de haber sido saqueada varias veces, es el único y mayor consuelo con el que cuentan millones de guatemaltecos que no tienen acceso a los pocos hospitales de paga de la que sí disfruta un número menor de ciudadanos.

Una conquista social en su momento, venida a menos con el tiempo, por funcionarios inescrupulosos, debería ser fortalecida y ampliada su base a más sectores, en lugar de minimizarla hasta aniquilarla en aras de intereses particulares y oscuros por demás.

Por lo anteriormente expuesto, me uno a las voces que se oponen a cualquier proyecto de ley o no, que menoscabe el derecho a uno de los servicios esenciales en la vida del ser humano: La salud.

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