Cleveland/Washington
DPA

El próximo 8 de noviembre, Hillary Clinton tiene una cita con la historia: convertirse en la primera mujer presidenta de los Estados Unidos. Que pueda o no acudir a ella dependerá de su capacidad para convencer a los estadounidenses de que debe ser la elegida y no su rival, el republicano Donald Trump.

Clinton rompió ayer el penúltimo techo de cristal que le quedaba, después de que en 2008 no lograra derrotar a Barack Obama en las primarias: ser elegida candidata de un gran partido a comandante en jefe.

«Quizá logre ser la primera presidenta mujer, pero una de ustedes será la próxima», dijo Clinton en un mensaje dirigido a las niñas que pudieran estar viéndola en esos momentos por televisión.

«Hillary Clinton será nuestra primera mujer presidenta. Y será una gran presidenta. Será la primera pero no será la última», se mostró convencida la veterana actriz Meryl Streep.

Clinton –ex primera dama, ex senadora y ex secretaria de Estado– deberá primero buscar la unidad de su partido, tras un arranque de la Convención Nacional Demócrata caldeado por las revelaciones de Wikileaks.

Los más de 19 mil emails internos del Comité Nacional Demócrata publicados por Wikileaks, la organización que dirige el ciberactivista Julian Assange, confirmaron las sospechas de los partidarios del senador Bernie Sanders de que el comité central del partido habían favorecido a Clinton en las primarias renunciando a su deber de neutralidad.

Sanders se ofreció en la convención como «puente» entre las dos facciones del partido: «clintonistas» y «sanderistas». El senador por Vermont fue el encargado de cerrar la votación en la Convención Nacional Demócrata y pidió que se eligiera a Clinton por aclamación, un gesto simbólico y generoso de parte suya.

Muchos «sanderistas», sin embargo, se resisten todavía a cerrar filas en torno a Clinton, ya que eso supondría traicionar la revolución política que les prometió el senador por Vermont y votar a alguien que ven como muy cercana a Wall Street.

«Conmigo o con Trump» será la carta que jugará la candidata demócrata durante la campaña electoral, en la que tratará de convencer a los votantes del peligro que supondría para el país tener como presidente a Donald Trump, un candidato xenófobo, misógino e imprevisible que dividirá aún más al país.

La ex primera dama también confía en que su programa de más empleo, más educación y más igualdad acaben seduciendo al electorado frente al mensaje apocalíptico de su rival.

Clinton contará además con el apoyo de unos teloneros de lujo: su marido Bill Clinton, el presidente Barack Obama y la primera dama Michelle Obama.

Otra fuerza con la que espera contar en noviembre Hillary Clinton es el peso de la Historia. Ocho años después de que los votantes eligieran a Barack Obama como el primer presidente afroamericano de Estados Unidos, tendrán en sus manos la posibilidad de volver a hacer historia y coronar a Clinton como la primera mujer presidenta de los Estados Unidos.

Clinton también intentará aunar los votos de todos aquellos que se puedan haber sentido atacados por los insultos de Trump: inmigrantes, musulmanes, mujeres o discapacitados.

«Quédense aquí y ayúdennos a ganar», dijo el martes el ex presidente Bill Clinton cuando pidió el voto para su esposa.

El voto latino, ese gigante dormido del que tanto hablan los analistas, podría ser la llave. Ninguna comunidad se ha sentido tan vilipendiada por Trump como la hispana.

Los latinos no olvidan el polémico discurso que pronunció el candidato republicano Donald Trump en junio de 2015 cuando anunció su candidatura, marcado por comentarios xenófobos contra los inmigrantes mexicanos indocumentados, a los que calificó de «narcotraficantes, delincuentes y violadores».


LA CAMPAÑA DE CLINTON QUIERE APROVECHAR EL ESPAÑOL DE KAINE

El senador de Virginia Tim Kaine tiene un dominio fluido del español y cambió con facilidad entre idiomas cuando intervino en su primer acto de campaña con su compañera de candidatura demócrata, Hillary Clinton.

Algunos latinos señalan que la habilidad de Kaine tiene un valor práctico porque permite al candidato a la vicepresidencia comunicarse de forma más directa con la comunidad migrante del país. Pero señalan que han pasado los días en que eso bastaba para ganarse a los votantes hispanos.

Los latinos suponen en torno al 17% de la población de Estados Unidos, y aproximadamente la mitad —27.3 millones— pueden votar en 2016. Según el Pew Hispanic Center, casi el 70% de los latinos dice hablar sólo inglés en casa o indica que habla inglés «muy bien».

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