Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

El terrorismo volvió a mostrarse de manera sangrienta y brutal. La bella ciudad de Niza, en la costa de la Riviera francesa, enmudeció de dolor anoche cuando un lobo solitario conduciendo un pesado camión, embistió a la multitud que estaba en el paseo marítimo, Promenade des Anglais, celebrando el aniversario de la Toma de la Bastilla que es el día nacional de Francia. El saldo mortal es enorme y la muestra de la fragilidad que ofrece cualquier actividad de la vida diaria ante la brutal determinación de los terroristas es alarmante y preocupante.

Apenas a finales del mes de marzo, en la noche lluviosa del Domingo de Ramos, llegamos con mi esposa a la estación de tren de Nice-Ville para encontrarnos con uno de los sitios más maravillosos que hemos conocido. Viajando en tren por Europa, una maravillosa experiencia, hicimos escala en esa idílica ciudad en nuestro trayecto de Roma a Barcelona y dispusimos pasar unos días allí. Gente maravillosa, cálida y colaboradora con los turistas, fueron el complemento de una serie de espectaculares experiencias que van desde caminar por la playa de ese mar impresionantemente azul, de donde le viene el nombre de Costa Azul, hasta impresionantes viandas en un muy antiguo y célebre restaurante en cuyo bar muestran con orgullo los más célebres cognacs.

Varias veces recorrimos el trayecto de Promenade des Anglais empezando justamente en el sitio donde empieza la parte bulliciosa de la playa, para dirigirnos a la Plaza Masséna. Justo el trayecto que siguió el terrorista en su carrera asesina cobrando vidas inocentes entre la multitud que celebraba la fiesta patria. Y por supuesto me afectó terriblemente ver las escenas de cuerpos sin vida, destrozados a lo largo de uno de los paseos más lindos del mundo.

Creo que la lucha contra el terrorismo se convierte en uno de los temas más graves de la vida actual. Y escucho la cajonera reacción de radicales en Estados Unidos que exponen, con gran autoridad, sobre el tema diciendo que la solución es que su país, sus fuerzas armadas, aplasten al Estado Islámico. No entienden que el origen del Estado Islámico hay que encontrarlo precisamente en la torpe invasión a Irak dispuesta por la trinca de idiotas compuesta por Bush, Blair y Aznar, ese mismo que aquí recibe idolatría como si fuera en realidad inteligente y no hubiera sido el simple perro faldero de Bush.

Toda la lucha contra el Estado Islámico tiene que ser acompañada por el mundo árabe, por el mundo del verdadero islam que se opone a la violencia terrorista de esa mal llamada guerra santa. Sin el concurso de ellos, se puede atacar y golpear duro a ISIS, pero por cada combatiente que cae habrá una centena dispuesta a enrolarse en una lucha que se publicita como heroica en defensa de su religión.

Frente a ataques como el de Niza no hay defensa por muy eficientes que sean los servicios de inteligencia. La acción de un lobo solitario atacando blancos blandos es imprevisible e incontenible y puede repetirse en cualquier lugar. Destruir al Estado Islámico es tarea de occidente con el concurso directo y comprometido del resto del mundo islámico, requisito sin el cual nada dará resultado.

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