Por eso es que la pobreza crece y el desorden es institucional. Simplemente, pareciera que no hay una autoridad capaz de imponer las reglas mínimas del orden en que tenemos que desarrollarnos como sociedad y que determinen el papel en que tanto los individuos en lo privado como las autoridades en lo público tienen que desenvolverse.
Como ejemplo, se hacen las Comisiones de Postulación para buscar la transparencia y se convierte la academia en la burla hacia los ciudadanos. Los llamados a ser los garantes, se convierten en la “banda” que nos roba el derecho a una estructura de justicia real y garantiza a los de siempre que la impunidad les seguirá alcanzando. No hay autoridad que parezca con la capacidad moral de ponerles un alto a los descarados.
Tenemos una Contraloría General de Cuentas de la Nación que es el aval de los ladrones porque le entrega finiquito a cuanto ladrón lo pide sin que se haga un solo proceso en contra de los corruptos. Por estadísticas de la Contraloría, seríamos el país más transparente del mundo.
Los reos dominan las cárceles y resulta que hasta idiotas se les dice a quienes no entienden que “era lo más conveniente y lógico”. Un oficial del ejército de Guatemala convertido en reo por haber participado en el asesinato del Obispo Gerardi, se puede dar el lujo de decir que, aparentemente, caer preso fue el mejor negocio de su vida y hay quienes lo creen en su derecho.
Los candidatos, como sucedió ayer con el descaro del oficialismo, violan la Ley Electoral y de Partidos Políticos por una simple y sencilla razón: Les da la gana empezar la campaña ya y no hay quien les diga que no. Peor aún, es que a pesar de las suspensiones, multas y lo que quieran hacer para castigar a todos los candidatos que ya están en plena carrera electoral, el esfuerzo para transformar el sistema político será estéril mientras no se tenga el deseo y el compromiso de detener la compra de gobiernos que realizan los financistas de campaña.
Estamos en un sistema en el que manda el dinero porque en todos los casos en que hemos mencionado, y eso que hay muchos más, manda la plata. El mensaje es claro: la transa sustituyó al imperio de la ley.