Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Lo de ayer fue una muestra de cómo se conduce la política en nuestro país porque en abierto y descarado desacato a un Tribunal Supremo Electoral, que les dio luz verde de hecho al levantar la suspensión simplemente para que el circo fuera posible, el oficialismo montó el espectáculo de la “proclamación” de su ya requete contra proclamado Alejandro Sinibaldi. Miles de personas recibieron sus vales de comida para viajar a la capital a darse un chapuzón en la plaza central y asistir al espectáculo musical que culminó con las palabras de la Vicepresidenta de la República y del aspirante presidencial que no supusieron ninguna novedad.

Yo vengo diciendo que la campaña electoral que se viene realizando desde que terminó el último proceso no ofrecerá nada nuevo al país y lo demuestra lo ocurrido ayer. No hay ninguna novedad ni ideas diferentes, porque todo sigue centrado en el derroche de pisto, en la ausencia de compromisos con la población que, por enésima vez, se dejará llevar por las canciones y los regalitos comprados con el dinero de los financistas que, a su vez, sirvió para comprar la conciencia de los candidatos.

No creo que sea casualidad que la nominación en abierto desafío a la ley se haya hecho coincidir con la últimas y cruciales horas de las postulaciones de magistrados para las Salas de Apelaciones y la Corte Suprema de Justicia, porque le bajaron atención a los cabildeos que la misma gente de gobierno hace usando la tecnología actual para traficar sus influencias entre los comisionados a fin de lograr un poder judicial sometido políticamente y que sea garantía de la más absoluta impunidad.

En resumidas cuentas el país no tiene visos de cambio alguno porque seguimos con los mismos vicios de siempre y, en todo caso, lo único que se puede notar y destacar es que hay una clara tendencia a perfeccionar las maniobras, a asegurar que nunca más se puedan producir situaciones como la de hace cinco años cuando se colaron magistrados que no eran de la foto por las “intromisiones” de Castresana.

En política y en general en el comportamiento de la sociedad guatemalteca no hay cambios importantes que nos permitan suponer que el país puede ir por un rumbo diferente. Tendremos Cortes más comprometidas con los poderes fácticos y seguramente un Congreso peor que el actual (aunque ello parezca del todo imposible) y seguramente un gobierno que perfeccione los métodos de la corrupción (también eso es posible aunque usted no lo crea) porque lo alienta y permite una sociedad apática e indiferente.

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