París
DPA

La famosa avenida Les Champs-Élysées debía convertirse en una fiesta para los franceses, pero al final fueron los portugueses los que terminaron festejando tras su histórico título en la Eurocopa de fútbol.

Con más de medio millón de habitantes, la portuguesa es la mayor comunidad extranjera de Francia y se hizo sentir antes, durante y después de la final que el conjunto luso ganó en el Stade de France de Saint-Denis.

No sólo en el corazón de París, sino también en otros puntos de la capital y en distintas ciudades de Francia los hinchas lusos explotaron en festejos después del gol de Eder en la prórroga. Los bocinazos, los petardos y los cánticos se multiplicaron por Francia ante el silencio y la decepción de los locales.

Para Francia, la Eurocopa era la gran oportunidad de volver a coronarse en casa tras el Mundial de 1998 y el certamen europeo de 1984. Y después de eliminar a Alemania en semifinales, todo parecía servido para el título de los dirigidos por Didier Deschamps.

Ya antes del encuentro, las autoridades policiales habían planificado un fuerte dispositivo de seguridad en caso de un posible título local. Incluso se discutió si se debía permitir que el plantel vaya a festejar a los Campos Elíseos pese a que la avenida está cortada al tráfico por los festejos del aniversario de la Toma de la Bastilla.

El primer ministro francés, Manuel Valls, había dicho que la selección «bleu» era «prácticamente imbatible en casa», reflejando la confianza existente antes de la final.

Sin embargo, tras el silbato final, los aficionados franceses, enfundados en sus banderas rojas, blancas y azules sobre los hombros, enfilaron rápidamente de regreso a sus hogares. «Esto es una gran decepción», dijo sin demasiado ánimo de hablar Madeleine Aman, una joven francesa de 22 años sobre Les Champs-Élysées.

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