Rolando Alfaro Arellano

-Dedicado a las entidades que desean
mejorar nuestro ambiente-

–II–

El avance de la contaminación ambiental en nuestro país ha sido inconmensurable y lamentablemente el pueblo y autoridades, no le han dado mayor atención, sea por falta de información o educación, citamos algunos ejemplos, el primero data de los años setenta, en que el Consejo de Bienestar Social de Guatemala y otras entidades, ante el alarmante aumento de la contaminación sonora, efectuaron mediciones para identificar los lugares más ruidosos y encontraron que la zona uno, dieciocho calle y quinta avenida, Avenida Bolívar, los alrededores del Aeropuerto “Aurora”, zona nueve, entre otros, sobrepasaban los límites de audibilidad, excediéndose los decibeles en setenta, ochenta y noventa, no aptos para el oído humano que tiene que soportar tales estruendos únicamente aceptables para zonas de fábricas (Edgar Rolando Alfaro Arellano. La Contaminación Ambiental producida por ruido en Guatemala y propuesta de su mejoramiento. Tesis. 1979).

Por otra parte, agravándose más el deterioro de los habitantes del área rural y urbana, muchos ciudadanos irresponsablemente, se han dado a la costumbre de quemar cohetes a cualquier hora para celebrar cumpleaños, fiestas de cualquier clase; ello, sin respetar hospitales, centros de atención de ancianos y clínicas.

En ese sentido, es tal la falta de humanidad y de consideración que diversas personas con o sin poder, no le han puesto debida atención a la destrucción de la vida humana, de ello, el doctor Pedro Tarak (Argentina), nos ilustra en sus diversos trabajos de investigación en el sentido que creo interesará a mis amables lectores y es que indica que la contaminación ambiental tiene el mismo efecto que produce un balazo, sólo que sus efectos son lentos.

Muchos enfermos del corazón o con sordera temprana le deben los resultados de sus enfermedades al aumento del contaminante ruido, sea de automotores, camionetas en mal estado, motocicletas que algunos de sus choferes se creen muy hombres abriendo los escapes de las mismas, bocinazos, estruendos y un infinito etcétera. ¿Será todo ello deseable y sano para la salud de las personas que habitan el territorio guatemalteco?

Y es que es tan grande la irresponsabilidad de las autoridades sanitarias, municipales, de Gobernación y Salud Pública en permitir tales avances en contra de la salud de nuestros semejantes. Porque, en realidad, salvo uno que otro anuncio de entidades altruista, no se ven medidas para prevenir la contaminación ambiental, por ejemplo: controles de excesos de velocidad en áreas urbanas, contaminación por ruido que los agentes del orden y municipales deberían controlar con los aparatos denominados decibelímetros, y mucho menos en las carreteras. ¿Así creen mis lectores que nuestros hijos y las nuevas generaciones desarrollarán sanos y salvos? Obras son amores y no buenas razones.

Continúa…

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