Parte sin novedad, decían los policías, militares y guardianes cuando entregaban su puesto al terminar la jornada y era momento de empezar una nueva. Y parte sin novedad parece que quieren decir muchos que presentan excusas que los pintan como carentes de la más mínima vergüenza, pena o sentimiento de culpabilidad.
Ayer, el diputado Cristian Boussinot dijo que como todos los 158 diputados usaban sus plazas para la campaña, él lo había hecho igual y según reporte de medios, también dijo que no sabía que era ilegal pedir una parte del salario de sus empleados para beneficiarse él. Conocer esas opiniones del congresista es sumamente preocupante porque nos dice que o tenemos a un criminal cuero de danta que no le importa qué piensen sus electores de él, o simplemente es de verdad tan iluso como quiere pintarse. La respuesta es que es mucho más vivo de lo que quiere aparentar y con estas declaraciones, junto a Giordano, Sandoval, Fajardo, Taracena, Hernández, y los 152 que faltan, integran el más penoso de los legislativos que hemos tenido.
Después, tenemos a los acusados en los procesos de Cooptación del Estado, del saqueo del erario o, como quieren algunos que se diga, de negocios que podrían haber sido no tan apegados a las leyes del país. Lo que ha ido quedando claro en los casos es que se usaron todos los poderes, se financiaron campañas, se manipuló a todos los gobiernos, se compraron voluntades, para luego obtener beneficios exclusivos en la asignación de los recursos. Le guste a quien le guste, cada vez es mayor la certeza de culpabilidad porque cuesta mucho presumir que haya inocencia.
Es una pena que los medios de comunicación, no de un grupo sino que de varios y con toda clase de propietarios, tengan que salir a «explicar en nombre de la objetividad y el profesionalismo» los favores que recibieron de políticos de turno que les han permitido y les permitieron cubrir sus operaciones con fondos a los que no tenían qué acceder. En las condiciones en que está el país, que se use el poder de los medios para beneficiar a los dueños con plata que debiera ser usada en hospitales, escuelas, salarios de policías, cárceles, alimentos para zonas en alto riesgo por sequía, etc., es igual de inmoral.
Pero lo peor de todo es que con descaro se dan las explicaciones y «parte sin novedad», porque la vergüenza pasa pero la plata queda. Estamos muy mal en el país porque cualquier excusa es aceptada y ya nada nos sorprende.