La voluntad popular se manifiesta de distintas maneras y no simplemente cada cuatro años cuando se emite el sufragio, sobre todo si la ciudadanía no es el factor decisivo, papel que en nuestro país y en nuestro sistema se asigna a los financistas de los partidos políticos que son los verdaderos secuestradores de nuestra democracia.

Pero en estos días hemos visto la expresión concreta de la voluntad popular expresada de manera inequívoca en las calles. Hasta el mismo llamado que hizo el Presidente para que se manifieste la Guatemala profunda terminó siendo un tiro por la culata porque esa y todas las formas de nuestra nación han coincidido en protestar contra la corrupción que es parte de nuestro sistema.

Creemos que será difícil lograr un modelo ideal porque el sistema se parapeta y defiende a capa y espada, pero no es imposible el logro. Sin embargo, una cosa absolutamente cierta es que Guatemala no volverá a ser lo que fue, es decir, ese pueblo indolente e indiferente que veía la corrupción como pan de cada día sin protestar aunque le estuvieran robando la esperanza.

Lo ocurrido desde abril es paradigmático porque le quitó la venda de los ojos al pueblo que entendió a la perfección cómo es que nos despojan los políticos y sus socios del derecho a construir una nación promotora del desarrollo para sus habitantes. Gracias a la CICIG y al indiscutible compromiso del Ministerio Público se logró destapar la cloaca y la gente entendió cómo es que han operado las mafias a lo largo de tantos años. No es este el primer caso de corrupción y seguramente no será el último, sobre todo si no logramos cambiar las reglas de juego, pero el pueblo está de pie y contando con aliados como una Fiscalía dispuesta a enfrentar a los corruptos y el acompañamiento tan eficaz y concreto de la CICIG, podemos seguir alentando esperanza.

Una cosa es cierta. Si el pueblo mantiene su indiferencia después de que se destapó la porquería de la corrupción, no hubiéramos ganado nada aunque se hubiera individualizado a la Baldetti y ahora al Pérez Molina. Los entes de investigación y acusación hicieron su trabajo, pero también el pueblo hizo el suyo sacudiéndose de esa modorra de tantos años que nos hacía parecer como borregos permitiendo la podredumbre en el ejercicio de la función pública.

La voluntad popular está expuesta de manera clara, de manera firme y categórica. No queremos más corrupción y quien se meta a negocios para robarle al pueblo, tendrá que ir a la cárcel y será despojado de sus bienes. Y en esa decisión, no debe haber vuelta de hoja.

Artículo anteriorNo se derrumba con cataratas de oprobio
Artículo siguienteFestividad religiosa invade capital de Nicaragua