Porque si la CICIG misma termina haciendo como la Contraloría General de Cuentas de la Nación y el Ministerio Público centrando sus casos de corrupción con alcaldes y no colocando el dedo sobre el escenario nacional, más que debilitar el sistema de financiamiento se estaría fortaleciendo porque demostraría que no hay forma de derrotar la total impunidad con la que se mueven los financistas y los políticos.

Se ha mencionado que el tema incluye dinero de organizaciones criminales vinculadas al narcotráfico, pero esperamos que también se incluyan a aquellas empresas e individuos que son tan criminales como los narcos y que se dedican a la compra de voluntades para la adquisición de contratos como los de medicamentos, obras de infraestructura o concesiones como las de los puertos, aduanas, etc., convirtiendo a los políticos en sus socios del negocio en lugar de gobernantes comprometidos con la transformación del país.

En las finanzas de los partidos políticos hay muchísima tela que cortar porque resulta que por los nulos controles en el proceso electoral, el correr del dinero es en cantidades que no corresponden con los aparatos partidarios, nuestro sistema democrático ni, menos, con la realidad de un país en que sus ciudadanos luchan por sobrevivir en la pobreza.

Es allí, en la recepción y aceptación de los compromisos con los financistas, en que se empieza a colocar el candado al fracaso del funcionamiento administrativo del Estado. Porque los poderes terminan sometiéndose al cumplimiento de esos compromisos que son fuertes en una sociedad en la que la institucionalidad está maniatada.

Esperamos que la CICIG llegue al fondo del asunto para que se le ponga rostro a quienes han comprado el poder apropiándose de la voluntad de los gobernantes para monopolizar los beneficios de los bienes del Estado. Estamos cansados de seguir viendo como la prostituta política sigue siendo comprada por los dueños del circo por medio de actividades criminales que los hacen millonarios mientras el resto muere de violencia, hambre o falta de medicinas en un país que a los financistas les paga al día su renta por haber apostado en la campaña.

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